Elisa Colán de Maturana

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Elisa Colán: A Loving soul who cultivated love and beauty 

Elisa Colán, a woman with a warm heart and unbreakable spirit, passed away peacefully on June 16, 2024, at the age of 93, leaving behind a legacy of love, dedication, and passion for life. Surrounded by her beloved family, her departure was serene. Born on November 22, 1930, in Lima, Peru, Elisa was the daughter of Jacinta and Cipriano Colán. From her early years, she stood out for her loving nature and deep love for her family, values that became the pillars of her existence. Married to Augusto Maturana in 1956 who passed away in 1996, her life was dedicated to carefully raising her three children: Roberto, Carmen, and Betty, already in adulthood, she raised Marjorie, her great-niece as another daughter, in whom she instilled values of compassion, respect, resilience, and hard work. Elisa was their beacon, the light that guided and encouraged them to achieve their dreams, providing unconditional support in every step they took. Beyond her role as a mother, Elisa embraced with enthusiasm and joy the role of "La Mama" (The Mom) for her grandchildren: Jorge (coco), Sebastián, Rodrigo, and Antoinette. 

Every moment shared with them was an opportunity to create treasured memories, tell stories full of wisdom, and pass on the life lessons that made her the exceptional woman she was. Her love for family extended to her great-grandson, Marcelito, a little boy of 1 year and 10 months who filled her heart with indescribable tenderness. Elisa immensely enjoyed seeing him through video calls and his photos, filling him with unconditional love. Elisa first came to the United States in 2003 as a visitor, visiting this country once every year. She later became a Resident and then in April 2023, she became a United States citizen, obtaining dual citizenship from Peru and the She also adored the company of her two faithful pets: "Princesa" and "Tictac", a poodle and a Maltese who loved her, protected her, and accompanied her everywhere. Thanks to them, Elisa stayed active and happy with their playful antics.

From a very young age, Elisa developed a great passion for sewing and knitting. Her talented hands created beautiful garments and accessories, filling her home with creativity and warmth. Her love for sewing became a legacy that she passed on to her daughters, who continue to honor her memory through this art. She loved the sea, and whenever she could, she would walk along the beach of Chancayllo where she grew up and enjoyed her childhood memories, the beauty and immensity of the ocean. Another great love of Elisa's was roses. Her home was a flourishing garden where she carefully tended and admired these beautiful flowers. She was often seen talking to them, thanking them for their beauty and admiring their splendor. For her, roses were a symbol of life, beauty, and the fragility of existence. A farewell full of love and gratitude Elisa Colán leaves an irreparable void in the hearts of those who had the joy of knowing and loving her. Her physical departure deeply saddens us, but her memory will remain alive in each of us, remembering her warm smile, her compassionate spirit, and her unbreakable love for life. In her 93 years, she filled those years with life, and we, her family, honor her wonderful life and her valuable legacy. 

Rest in peace, dear Elisa. Your light will continue to shine in our hearts

Elisa Colán: Un alma Amorosa que cultivó el amor y la belleza 

Elisa Colán, una mujer de corazón cálido y espíritu inquebrantable, falleció pacíficamente el 16 de junio de 2024, a la edad de 93 años, dejando un legado de amor, dedicación y pasión por la vida. Rodeada de su querida familia, su partida fue serena. Nacida el 22 de noviembre de 1930 en Lima, Perú, Elisa fue hija de Jacinta y Cipriano Colán. Desde sus primeros años destacó por su carácter amoroso y profundo amor a su familia, valores que se convirtieron en los pilares de su existencia. Casada en 1956 con Augusto Maturana quien falleció en 1996, su vida la dedicó a criar cuidadosamente a sus tres hijos: Roberto, Carmen y Betty, ya en la edad adulta crió como una hija más a Marjorie, su sobrina nieta, a quien inculcó valores de compasión, respeto, resiliencia y trabajo duro. Elisa fue su faro, la luz que los guió y animó a alcanzar sus sueños, brindándoles apoyo incondicional en cada paso que daban. Más allá de su rol de madre, Elisa abrazó con entusiasmo y alegría el papel de "La Mama" para sus nietos: Jorge (coco), Sebastián, Rodrigo y Antoinette.

Cada momento compartido con ellos fue una oportunidad para crear recuerdos preciados, contar historias llenas de sabiduría y transmitir las lecciones de vida que la convirtieron en la mujer excepcional que era. Su amor por la familia se extendió a su bisnieto, Marcelito, un pequeño de 1 año y 10 meses que llenó su corazón de una ternura indescriptible. Elisa disfrutó inmensamente verlo a través de videollamadas y sus fotos, llenándolo de amor incondicional. Elisa llegó por primera vez a Estados Unidos en 2003 como visitante, visitando este país una vez al año. Posteriormente se convirtió en Residente y luego en abril de 2023 se convirtió en ciudadana de los Estados Unidos, obteniendo la doble ciudadanía del Perú y de los Estados Unidos. También adoraba la compañía de sus dos fieles mascotas: "Princesa" y "Tictac", un miniatura poodle y un maltés que la amaban, la protegían y la acompañaban a todas partes. Gracias a ellas, Elisa se mantuvo activa y feliz con sus juguetonas travesuras.

Desde muy pequeña, Elisa desarrolló una gran pasión por la costura y el tejido. Sus talentosas manos crearon hermosas prendas y accesorios, llenando su hogar de creatividad y calidez. Su amor por la costura se convirtió en un legado que transmitió a sus hijas, quienes continúan honrando su memoria a través de este arte. Amaba el mar, y siempre que podía caminaba por la playa de Chancayllo donde creció y disfrutaba de sus recuerdos de infancia, la belleza e inmensidad del océano. Otro gran amor de Elisa fueron las rosas. Su casa era un jardín floreciente donde cuidaba y admiraba cuidadosamente estas hermosas flores. A menudo se la veía hablando con ellos, agradeciéndoles su belleza y admirando su esplendor. Para ella, las rosas eran un símbolo de vida, belleza y fragilidad de la existencia. Una despedida llena de amor y agradecimiento de Elisa Colán deja un vacío irreparable en el corazón de quienes tuvieron la dicha de conocerla y amarla. Su partida física nos entristece profundamente, pero su recuerdo permanecerá vivo en cada uno de nosotros, recordando su cálida sonrisa, su espíritu compasivo y su inquebrantable amor por la vida. En sus 93 años, ella llenó de vida esos años, y nosotros, su familia, honramos su maravillosa vida y su valioso legado.                               Descansa en paz, querida Elisa. Tu luz seguirá brillando en nuestros corazones